Mensaje 3: Esto no es lo que prometieron
Date: Thu, 18 Mar 1999 12:43:16 +0100 (MET)
From: David 1999 <x7227674@fedro.ugr.es>
To: David de Santos <david.desantos77@gmail.com>
Subject: Esto no es lo que prometieron
Hola David,
Esto es muy raro. En Mnemosyn me dijeron que reviviría mi pasado tal y como fue. Prometían una especie de repetición, un ‘replay’ como en las retransmisiones deportivas, para que pudiera entregarme a los buenos recuerdos y volver a sentir, a tocar, a oler, a emocionarme con todo lo bueno que tuvieron estos años. Pero no está siendo así.
Llevo aquí casi una semana y esto no es exactamente lo que esperaba. Lo de la cafetería que te contaba ayer es un ejemplo. Pero hay más. ¿Te acuerdas de Pepe, el conserje de muestro edificio en calle Duquesa, el que estaba todo el día fumando y barriendo el portal? Pues ya no está. No hay conserje. Además, el cuartito de las basuras que había a la entrada es ahora un cuarto de lavandería, con una lavadora y una secadora que funcionan con monedas.
¿Cuáles serán tus recuerdos de calle Duquesa: los de Pepe el conserje y el cuartito de basuras o los de la lavandería? ¿Los que yo tenía o los que me estoy encontrando?
Te escribo en un cibercafé de la plaza Einstein. Quizás te acuerdes. Fue ese al que fuimos en 1995 a conectarnos a internet por primera vez. Aquel día visitamos (visitaste, visité, no sé cómo decirlo) la web de la Casa Blanca y algunas más que teníamos anotadas en una libreta. ¿Lo recuerdas? Hmm… si me acuerdo yo que tengo 83 lo tienes que recordar tú, que te queda más cerca. Aunque, si te soy sincero, no sé si el recuerdo que tengo es el reciente de mi cerebro de 22 años o el lejano de mi cerebro de 83.
Desde que “aterricé” estoy algo desconectado de mi vida aquí. De algún modo, sé lo que tengo que hacer, pero la novedad de la vivencia me tiene más pendiente de observar que de actuar como el David de 22 años. Hoy, por ir cambiando eso, he decidido ir a clase a la facultad. No quiero perderme las vivencias que me corresponden ni quiero que ningún conocido me eche en falta.
Aún se me hace raro mirarme al espejo y ver a mi yo de 22, con ese pelo tan vigoroso, sin arrugas y sin que los ojos se me hayan hundido y empequeñecido. Al ir por la calle, la sensación es como la de ser un impostor, de ir disfrazado. ¿Se darán cuenta en la facultad? ¿Notarán algo extraño mis conocidos?
Hablando de conocidos, acaba de llamarme Paula al móvil. Sí, Paula, nuestra novia. Madre mía, no tengo ni idea de cómo gestionar esta situación. En mi mente conviven dos recuerdos interfiriéndose: el de mi yo de 22 que estuvo con ella el fin de semana pasado, tomando algo en la calle de las Teterías y haciendo luego el amor en casa, y el de mi yo anciano, que la recuerda con distancia y ternura. Mi corazón la siente como mi pareja, pero mi cabeza piensa en ella como la pareja del David de 22 años. Me siento como si fuese a engañar a un amigo con su novia. Este encuentro no va a ser nada fácil.
Tengo que devolverle la llamada. Mañana te cuento más.
David
Este es el tercer mensaje que recibo desde 1999. Si quieres entender todo esto desde el principio, aquí tienes el resto de mensajes: